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Begoña Tormo | Foto: Canal Cocina |
¿Por
qué eligió el periodismo? ¿Era su vocación?
En realidad, estudié Publicidad y Relaciones Públicas,
pero me surgió la oportunidad de hacer unas prácticas en Radio Nacional deEspaña (RNE) y ya me fui por el lado del periodismo.
¿Por qué cree que la radio está en los
inicios de casi todos los periodistas?
En mi caso, fue pura casualidad. Pero la radio es un
medio que enseña mucho. Allí haces de todo, un poco “hombre orquesta” y esto
está muy bien para aprender.
Después de su paso por RNE, trabajó en varios programas de
Televisión Española (TVE), como “Empléate a fondo” o “A pedir de boca”.
Primero hice “A pedir de boca”. Lo recuerdo como una
experiencia maravillosa, aprendí mucho. Era una serie documental dirigida por
Rafael Romero sobre productos de alimentación con Denominación de Origen que se
hacía con los muchos medios que tenía antes TVE. Lo recuerdo como una etapa
fantástica y fue mi primer contacto con el periodismo gastronómico.
En Telemadrid, fue una
de las caras más conocidas al presentar “Buenos días, Madrid”.
Estuve presentando 10 años el programa matinal de la cadena.
Cuando me quitaron de presentar, me dejaron elegir, afortunadamente, y estuve
haciendo gastronomía, que era lo que más me gustaba.
Un programa que ganó en
2004 el Premio de la Academia de la Televisión y Radio a Mejor Informativo
Autonómico en 2004. ¿Cuáles fueron las claves de su éxito?
La cercanía, sobre todo. A nosotros nos preocupaba más si se
rompía una cañería en una plaza madrileña que algo que estuviera pasando en
Iraq, por mucha más noticia que fuera. Además, hacíamos muchísimas conexiones
en directo con lo que pasaba en la calle.
En un informativo al
uso, no suele tener cabida la gastronomía…
Hay un poquito. Yo conozco a muchos compañeros que cubren
información gastronómica, pero no se dedican exclusivamente a eso. Están
normalmente en sociedad o en cultura y les encargan piezas cuando hay eventos
gastronómicos importantes, pero no lo hacen diariamente.
Pero en “Buenos días,
Madrid” sí había gastronomía y usted fue la encargada de la sección. ¿Por qué
lo eligió?
Porque me gustaba. La gastronomía me ha apasionado siempre,
me encanta comer y me gusta mucho cocinar. Es un contenido que interesa, que
nunca se agota, siempre hay algo interesante que contar y a la gente le
engancha. Es una cosa que pone de acuerdo a un montón de gente que se dedica a
cosas distintas.
Salió de Telemadrid con
el ERE y ahora forma parte del proyecto de TMEX.
Sí, me echaron con el ERE. TMEX es algo abierto, un proyecto
en el que cualquier ex trabajador de Telemadrid tiene opción de hacer allí lo
que le apetezca. Si veo un reportaje, puedo llamar y decir “necesito un
compañero cámara y otro de producción”, o al revés.
¿Queda algo de esa
Telemadrid que fue referencia hace algunos años?
En Telemadrid, ya no se hace el periodismo que se merecen los
madrileños. Me da mucha pena decirlo así, pero no queda nada. Se han cargado el
espíritu y lo que hizo grande a la cadena. Si algo ha tenido Telemadrid, es que
ha sido un inventor de formatos: “Madrileños por el mundo”, “Madrid directo” o
“Buenos días, Madrid”, programas que se han gestado aquí y que otras
televisiones han copiado.
Durante la época en la
que trabajó en Telemadrid, también dirigió la revista gastronómica
"Restauradores”.
Estuve muy poco tiempo. Era un proyecto que venía de años
atrás, la decana de las revistas de gastronomía en España. Manuel Quintanero,
el entonces propietario, me lo propuso y acepté. Nunca había hecho prensa y lo
disfruté mucho.
¿Le gustaría seguir
haciendo prensa?
Sí, hago colaboraciones, por ejemplo con Cocina Futuro, una
revista de una factura espectacular, y con otros medios escritos. Pero siempre
es más relajado, no una cosa diaria.
Ahora está preparando
un programa para el Canal Cocina que se llama “Hoy cocina el alcalde” y que se
estrena el próximo 9 de mayo.
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La caravana de Canal Cocina | Foto: Begoña Tormo |
La idea no es mía, es de Mandi
Ciriza, la directora del Canal Cocina, que me llamó y me dijo “Tengo un
proyecto que te va fenomenal”. Cuando me lo explicó, me pareció un caramelo…
Nos desplazamos a todas las ciudades y pueblos de España que podemos y que
tengan un patrimonio gastronómico que contar. Primero hacemos un recorrido con
el alcalde, que hace de cicerone, y luego le ponemos en la tesitura de cocinar.
Suele ser en sitios muy emblemáticos: el primero, por ejemplo, lo hemos grabado
en Burgos y lo hemos hecho a los pies de la catedral.
¿Dejaría la gastronomía
por algún otro campo del periodismo?
Siempre que pudiera elegir, me quedaría en la gastronomía.
Los contenidos son amables, gustan a todo el mundo y no suelen ser polémicos.
No me considero crítica gastronómica, sino más bien cronista que contaba lo que
había para que la gente eligiera. Contaba cómo era el restaurante, la materia
prima y hablaba del producto, pero nunca he dicho si me parecía bueno o malo.
El periodista tiene que dar información para que la gente se forme su opinión.
Lo digo muy a gala: yo jamás me he cobrado un favor, ni he dado una opinión vendida.
Ha sido jurado en
varios concursos de cocina. ¿Cómo se siente en ese rol?
Muy responsable porque es muy fácil juzgar pero detrás hay
mucho trabajo. Hace poco, estuve de jurado en un concurso de tapas y me dieron
a probar una que, lo siento, me pareció espantosa. Me preguntaron y lo dije.
Carlos Maribona estaba a mi lado y me miró como diciendo “qué poco tacto
tienes”, pero prefiero ser sincera.
¿Cree que un periodista
gastronómico tiene que saber cocinar?
No necesariamente pero sí tiene que valorar cuáles son los
retos. Los periodistas si no saben cocinar, sí deben conocer el producto, eso
es básico, y saber cómo se hace.
¿Cuáles son los
ingredientes para ser un buen periodista gastronómico?
El gusto, la curiosidad, el dejar a un lado los prejuicios y
manías a la hora de comer. Hay cosas que me gustan más o menos, que yo no
elegiría o que no las compraría para hacer en mi casa, pero siempre como todo y
lo valoro. El periodista gastronómico tiene la obligación de estar abierto.
¿Se desconecta alguna vez?
No se desconecta, pero no hace falta. En mi tiempo libre, leo
libros de cocina o veo programas gastronómicos. Lo bueno es que parte de tu
trabajo es una afición.
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